EL DESPERTAR POSTURAL
Cada mañana de nuestras vidas condicionamos a nuestra mente y cuerpo a repetir conductas y patrones que hemos visto en nuestra familia desde que nacemos, por lo tanto, es muy difícil darnos cuenta de que algo anda mal hasta que comienza la batalla contra algún dolor. Y es tan amplia la palabra DOLOR, que no me quiero detener en nada más que en la manera en como corregir ese problema que lo causa.
Lo primero que quisiera decirte, es que han sido meses de mucha incertidumbre, cambios en las reglas del convivir humano y como todo cambio genera crisis, lo más probable es que algún impacto ha causado en tu vida, en tu cuerpo, en tu manera de pensar y ver la vida. Esos cambios que hemos tenido en el trabajo, la distancia con los seres queridos, lo agobiante que es el uso de la mascarilla y ni hablar de todos los malestares y desajustes en la masticación que nos ha provocado por mantener tanto rato la boca abierta intentando maniobrar los elásticos en las orejas.
El darnos cuenta de que algo nos duele más de lo que podemos soportar y que ya no nos sanará por magia, es el comienzo del despertar. Decidir buscar ayuda a un especialista siempre es mejorar. Decidir ser parte de tu bienestar postural significa empezar a sentir tu cuerpo, y percibir lo interconectado que está el sistema emocional a la posición de algunas cadenas musculares. Se asocia por ejemplo, el estrés al mantener siempre hombros arriba y en alerta. En estos momentos, mientras lees esta columna te invito a sentir tus propios hombros y a bajar ese centímetro y medio que le estás quitando a tu hermoso cuello.
Lo primero y más importante es comenzar a sentir nuestra respiración, ¿has contado alguna vez las pulsaciones por minuto desde tu muñeca? Debemos preguntarnos además, si respiramos por la nariz o por la boca, esto nos cambia mucho el panorama de la evaluación y del abordaje terapéutico desde la mirada de la Re-educación postural global.
Ahora mismo mientras lees estando de pie o sentado, ¿Estás cargando una cadera más que la otra? ¿Estás sentado en la punta de la silla o apoyado en el respaldo? ¿Tienes tu cuello y cabeza muy anteriorizada con respecto a tus hombros y resto de columna para estar frente a la pantalla? ¿Tienes tus tobillos cruzados debajo de la silla? ¿Cruzas mucho las piernas mientas estás sentado? Así podría seguir infinitamente.
Si algo nos ha enseñado este remezón pandémico, es que teniendo un sistema inmunológico fuerte podemos prevenir enfermedades de todo tipo. El sentirnos a nosotros mismos, ser consientes de nuestro cuerpo, de nuestra alimentación y actividad física, el yin yang de lo que comemos y lo que gastamos, sin lugar a dudas nos mejorará la calidad de vida. Y por supuesto la infaltable y siempre bien ponderada dosis de agua diaria para mantenernos hidratados, ya que, célula deshidratada es una célula perdida. Es descanso y las horas de sueño deben ser sagradas por las hormonas que liberamos y el tejido que reparamos mientras dormimos.
Debemos empezar a predicar y practicar la medicina preventiva para abandonar el excesivo uso farmacológico (automedicación en muchos casos) que si bien son de gran ayuda en su justa dosis, hay que tener claro que no son la cura.